martes, 19 de junio de 2012

ARTÍCULO | La actitud de los padres ante el juego


Durante el tiempo de juego que los padres comparten con sus hijos deben olvidarse del teléfono, la televisión o cualquier otra distracción que no sea jugar. Por supuesto, el juego lo es cuando los participantes son capaces de meterse en él y hacer como si fuera real. Si existen dudas al respecto, no hay más que observar cómo se lo toman los niños.

Algunos criterios que deben tener en cuenta los padres antes de empezar a jugar: 
  • Priman los intereses del niño. Se le debe permitir que elija el juego y ponga sus reglas. Se le pueden ofrecer alternativas para dar orden al juego, pero no hay que tratar de imponer nada. 
  • No hay que obligar al niño a jugar ni pretender adelantar aprendizajes imponiéndole juegos o juguetes que no le resulten atractivos. Cada etapa tiene sus juegos y hay que agotarla antes de pasar a la siguiente. 
  • Si un juguete se estropea no hay que reponerlo automáticamente, ya que el niño no aprenderá el valor de las cosas. Es mejor arreglarlo con él. 
  • Conviene revisar periódicamente qué juegos va dejando de usar el niño y proponerle ordenar su rincón de juego con el fin de retirarlos. 
  • Si se llena de juguetes su habitación, aunque todos sean adecuados educativamente, se corre el riesgo de que no le atraiga ninguno o de que necesite siempre un juguete nuevo para entretenerse. No hay que olvidar que cada juguete puede tener muchos usos. 

El niño tiene que ver en sus padres una actitud participativa hacia el juego; es un buen medio para demostrarle lo importante que es en la familia. El pequeño se sentirá querido y respetado, y los padres disfrutarán de esos ratos con su hijo y le ayudarán a desarrollarse. Hay que tener en cuenta que lo que aprender jugando lo asimila más rápido y mejor. Recomendamos practicar estas pautas cuando se juegue con el niño: 
  • Empezar el juego contándole en qué consiste la actividad, utilizando un tono motivador y demostrando atención e interés. 
  • Reconocerle las actitudes apropiadas para el juego -"¡Qué bien has esperado tu turno, sentado y sin protestar!"- e ignorar las inapropiadas. Por ejemplo, si grita y se enfada, le retriamos de la escena y le decimos que, cuando esté tranquilo, podrá incorporarse de nuevo, y seguimos jugando independientemente del comportamiento que tenga a partir de ese momento. Cuando se tranquilice, le animamos a que vuelva a jugar.
FUENTE | El manual de Supernanny, Ed: El Pais, 2007

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