lunes, 20 de abril de 2015

ARTÍCULO | La importancia de la dimensión creativa en la educación

Fuente imagen | Banco de imágenes y recursos INTEF
Todos somos creativos, el deseo de crear es universal. Sin embargo, la conducta creativa fundamentalmente ha de ser aprendida, no surge espontáneamente de una manera total y plena, sino que las facultades creadoras son perfectibles, son educables. Las conductas creativas parten de una base propia de todo ser humano que le lleva a expresarse de forma singular y original; pero a veces, sus manifestaciones son escasas debido a una acción social y educativa poco estimuladora de dichas aptitudes creadoras.

Recordemos a estos efectos el importante informe de la comisión presidida por E. Faure "Aprender a ser", aprobado por la Conferencia General de la UNESCO (París, 1972, 228-229), con la participación de representantes de la casi totalidad de los sistemas educativos del mundo:

"El hombre se realiza en y por su creación. Sus facultades creadoras figuran a la vez, entre las más susceptibles de cultivo, las más capaces de desarrollo y de superación y las más vulnerables, las más susceptibles de retroceso y de involución.

La educación tiene el doble poder de cultivar o de ahogar la creatividad. El reconocimiento de sus complejas tareas en esta materia es una de las tomas de conciencia más fecundas de la psicopedagógica moderna. Estas tareas pueden enunciarse así; preservar la originalidad y el ingenio creador de cada sujeto, sin renunciar a interesarle en la vida real".

Diversos autores han comprobado que la creatividad de los niños disminuye con los años de escolaridad debido a que no se refuerza el pensamiento divergente, ni las conductas creativas, sino que en las programaciones escolares se da un predominio total de aprendizajes orientados hacia el pensamiento convergente, conductas uniformes y adaptadas.

Si bien el niño es una persona creadora, su nivel de creatividad es bajo, está en espera del necesario desarrollo y sus logros están condicionados por la existencia en torno a él de un dinamismo impulsor d eproceoss creativos. Las tareas que realiza no necesariamente serán actos creativos, pero sí ejercitan su mente en un sentido divergente, abierto y fantástico.

Por tanto, cuando nos referimos a la creatividad infantil, debemos tener presente al niño entregado a la actividad creadora por propia naturaleza, cobrando en su estado más significación este hecho, que el resultado o producto de sus creaciones. Ello favorecerá en su momento el poder creador.

No ocurre así, en cambio, cuando tratamos de personas adulta; en estos casos generalmente la sociedad piensa en los resultados de la conducta creativa, a los cuáles le exige novedad y valiosa para otorgarle una evaluación positiva del talento creador.

Hay diferencias, pues; dejemos fundamentalmente que el niño se exprese tal cual es, que invente, que cree y resuelva aquellos problemas que es capaz de imaginar.

3 comentarios :

Hola. interesante reflexión. tenemos que cambiar la estructura tradicional de la enseñanza por metodologías que potencien la creatividad, el pensamiento y la autonomía del alumno. Seguimos en contacto

Un artículo muy interesante, Óscar. Gracias por compartirlo. muy buena semana.

Muy interesante Óscaar, es cierto deberiamos de trabajar más la creatividad, pensamiento divergente... cambio en el proceso de enseñanza- aprendizaje. Gracias por compartir, Bestos, cuídate.

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